Remedios Varo llegó a ser, dice
el poeta Alberto Blanco, lo que imaginaba: la mujer de cabellera líquida en
cuya cabeza llamean todos los ensueños. “A pesar del éxito, los catálogos y los
homenajes, Remedios Varo vivió siempre sola y --para su crédito-- acabó por
entenderlo y aceptarlo así: a partir de esta difícil resignación --que le llevó
más de la mitad de su vida reconocer-- construyó una obra magnífica desde la
gavia de su soledad”.
Contaba Walter Gruen, última
pareja sentimental de la pintora y su principal mecenas en México, que Remedios
Varo leyó muchísimo desde temprana edad, frecuentaba los libros científicos de
su padre y su hermano mayor, por lo que desarrolló una gran capacidad
matemática y pasión por el dibujo.
Remedios Varo llegó a México a fines de 1941 y no tuvo su primera exposición
individual sino hasta1956, entre el 25 de abril y el 15 de mayo, en la galería
Diana, que se encontraba en Paseo de la Reforma, cerca del cine Chapultepec.
Tuvo tanto éxito, que en esa época un banquero fue a visitarla para encargarle
un mural sobre la historia de la banca. Después de unos momentos de reflexión,
Remedios varo dijo: “Sí, se podría hacer. Me imagino a un hombre a la entrada
de su caverna con un montón de huesos que está protegiendo con un gran mazo”.
El interesado no volvió a presentarse.
Antes de esa exposición, Varo sólo había hecho algunos óleos,gouaches y
dibujos a tinta y a lápiz, pero principalmente dedicaba su tiempo a realizar
trabajos de publicidad y decoración de interiores para ganarse el sustento.
Durante los 15 años que transcurrieron entre su llegada al país y su exitosa
“presentación” al público fue, salvo para un estrecho círculo de amigos, una
desconocida.
Remedios Varo llegó a México huyendo del nazismo con su compañero, el poeta
francés Benjamín Péret, miembro fundador del grupo surrealista. Ellos se
conocieron en octubre de 1936 en Barcelona, a donde Péret había llegado un par
de meses antes para sumarse a los voluntarios que luchaban en favor del
gobierno republicano. Unos meses después, Péret tuvo que volver a Francia
porque en España su filiación troskista volvía riesgosa su situación y Varo
decidió seguirlo.
En Francia, a través de Péret, conoció a André Breton y participó en las
actividades del grupo surrealista. Al igual que muchos de ellos, en 1940 tuvo
que trasladarse a Marsella cuando los alemanes ocuparon París. Más tarde, en
1941, llegaron a México, pero mientras Péret regresó a Francia en 1947,
Remedios decidió quedarse y a finales de ese año viajó a Venezuela en compañía
del piloto francés Jean Nicolle como parte de una expedición científica
organizada por el Instituto Francés de América Latina.
Varo volvió a México a comienzos de 1949, y no mucho tiempo después se encontró
con el austriaco Walter Gruen, un exiliado que llegó a México en 1942. En 1952
se convirtieron en pareja y Gruen la convenció de que se concentrara en pintar
y le proporcionó la estabilidad económica necesaria para ello. La historiadora
del arte Teresa del Conde, asegura que ese fue el periodo más rico de su vida
creativa, mientras estuvo en México.
La investigadora Janet Kaplan ha dicho que como pintora de caballete
extranjera, Varo se situaba fuera de las tendencias dominantes en la producción
artística mexicana. “Su visión de madurez empezó a aparecer precisamente en el
momento adecuado, a principios de los cincuentas, cuando la producción de los
muralistas empezaba a debilitarse. Una vez establecida como parte de la
floreciente comunidad artística de exiliados en México, participó con quienes
buscaban superar el candado hegemónico de mexicanidad, machismo y muralismo que
había definido al movimiento moderno mexicano durante décadas.
“[…] Entre las contribuciones de Varo al surrealismo se encuentra su nueva
visión de la creatividad en la que la mujer es sujeto activo más que objeto
pasivo o musa catalizadora de la creatividad de otro. Varo ofreció una
iconografía alternativa específicamente contraria a la teoría tradicional
surrealista definida por los hombres, en que el poder revolucionario de Eros
utiliza a la Mujer como correa de transmisión para el Hombre. En cambio, la
obra de Varo se basa en la psicología de la mujer y en experiencias en que su
acceso a lo maravilloso depende del yo como agente activo, sin necesidad de
desplazamiento erótico”.
Fue tal el impacto que logró con su trabajo creativo, que sobre Remedios Varo
han escrito creadores como André Breton, Benjamín Péret, Octavio Paz, Roger
Caillois, Eugenio Granell, Emmanuel Guigon, Janet Kaplan, Ramón Xirau, Julio
Ortega, Juliana González y Gonzalo Celorio, entre muchos otros.
El ascenso de su fama y la revaloración de su obra comenzaron inmediatamente
después de su muerte. La manifestación más palpable de ello tuvo lugar al año
siguiente. Del 3 al 31 de agosto de 1964 el Museo de Arte Moderno presentó la
primera gran retrospectiva de la obra de Remedios Varo, compuesta por 128
piezas.
Los 10 ó 12 mil pesos que costaba un cuadro suyo a comienzos de los años
sesenta parecen irrisorios frente a los precios que hoy alcanzan. Sólo por dar
un ejemplo, en 2007, la casa Christies’s vendió la obra Exploración de
las fuentes del río Orinoco en un millón 273 mil dólares, con lo que
se estableció un récord mundial de venta en subasta para una obra de esta
artista.
Sobre lo enigmático de su obra, el sociólogo y escritor francés Roger Caillois
asegura que Remedios Varo se la pasó luchando para fundir los mítico con lo
científico, lo sagrado con lo profano. “Su madre le enseñó a temer al demonio y
su padre a respetar la razón. El misticismo alemán, los cantos gregorianos, la
alquimia del medievo, las teorías sobre la reencarnación de G. I. Gurdjieff, la
pintura de Hieronymus Bosch, fueron ciertamente sus fuentes. Pero también la
astronomía, la física, las matemáticas, la ingeniería, la biología y el
psicoanálisis”.
El ex director del Museo de Arte Moderno, Luis Martín Lozano, considera que aún
hay mucho por investigar en torno a Remedios Varo. Por ejemplo, asegura que
todavía se ignora cuántas obras produjo entre 1926 y 1935 y si aún se
conservarán en alguna parte. Ella nunca se preocupó mucho por su obra ni le
interesaba el renombre.
Para la doctora en filosofía Juliana González, en Remedios Varo, el arte es sin
duda redentor. “Pues él es más que un arte: es sabiduría, práctica de
purificación y es instrumento de percepción y conocimiento. Es talismán. Aunque
es cierto también que en Remedios Varo, la sabiduría es más que sabiduría: es
poesía, es juego imaginario y arte puro”.
FUENTE: CONACULTA
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